Por:
Ignacio Mendoza
Fotografía:
Archivo
Vino nuevo
en odres viejos
Como escribiría Avelina Lésper: el Estado
tiene la obligación de estimular, apoyar y
promover el desarrollo cultural y artístico,
más no de mantener a vividores y
oportunistas.
Las becas son una de las
pocas maneras que tienen
los artistas para obtener
ingresos, debido a las pocas
oportunidades laborales que
tienen para ganarse la vida con sus
habilidades.
las mesas de diálogo organizadas
por el Fondo Nacional para la Cultura y
las Artes (FONCA) puso en relieve una
propuesta que llama mi atención: regionalizar los recursos con el fin de que se
distribuyan equitativamente los apoyos
que siempre parecen concentrados en
la capital. Esto deja al descubierto una
situación preocupante: para muchos
creadores el FONCA representa un
medio de subsistencia antes que un
aliciente a su talento. Así, flaco favor
le haría a nuestra escena artística una
medida como la regionalización pues
en el fondo del problema hay cuestiones
que requieren otro tratamiento.
Que las becas sean una de las pocas
maneras que tienen los artistas para
obtener ingresos no es novedad, pero sí
revela que, si andan a la caza de ellas, es
por las pocas oportunidades laborales
que tienen para ganarse la vida con sus
habilidades.
El problema entonces se relaciona
con la generación de oportunidades
laborales para dicho sector, aspecto
que va más allá de cualquier condición
-lícita o ilícita- que determine por qué
se centran los apoyos en la capital del
país.
Sin embargo, también debemos
aceptar que eso influye en la creación
de camarillas que pueden disponer
de la repartición de los beneficios, lo
cual es perjudicial para la condición
creativa porque tales grupos ocupan
posiciones en donde pueden determinar qué estilo o condición artística
vale favorecer no por su calidad, sino
porque es la indicada para beneficiarse con los recursos. Vista desde
ese ángulo, la regionalización también
daría pie a esa clase de condiciones
que, paradójicamente, fomentaría lo
que quiere combatir.
¿Cuál es la solución entonces?
En primer lugar, impulsar el sector
de las industrias creativas para que
los artistas cuenten con otras fuentes
de ingresos y las becas recuperen su
vocación de estímulo.
Sólo que, para que eso suceda,
una buena parte del sector artístico
y de los funcionarios culturales debe
abandonar su burbuja de foros o ferias
“naranjas” (esas que suelen ser convocadas y asistidas por ellos mismos)
e incidir en las políticas fiscales por
medio del diálogo con los Congresos o
las autoridades correspondientes. Y sí:
también es necesario insistir en que,
primero que todo, debe haber calidad
en los proyectos. Siempre he creído que
el arte es la menos democrática de las
prácticas pues en ella debe sobresalir
quien lo merezca.
Como escribiría Avelina Lésper: el
Estado tiene la obligación de estimular,
apoyar y promover el desarrollo cultural y artístico, más no de mantener
a vividores y oportunistas.
Si la nueva administración del
FONCA no entiende esto y opta por
propuestas como la de la regionalización, todas sus buenas intenciones
no serán más que vino nuevo en odres
viejos, es decir: todo habrá cambiado
para que las cosas sigan igual.
Ignacio Mendoza
Catedrático, escritor
y promotor cultural. Ha sido Premio
Nuevo León de Literatura y Director de
Cultura en el Municipio de Monterrey.
También se ha desempeñado como
profesor de Letras Hispanoamericanas, y
prepara actualmente su segunda novela.