La búsqueda de
nuestra esencia
Bendito
encierro
Vivimos tan acelerados,
que nos perdemos en el
“qué hacer” y no logramos
conectar con quienes más
queremos, quedándonos
limitados a un nivel
superficial.
Estamos frente a un momento histórico, algo
que ni a nosotros ni a nuestros hijos les había
tocado vivir: un encierro obligatorio para evitar
contagiar o ser contagiados.
De pronto todo cambió. Se rompieron las rutinas,
se vaciaron las plazas, se cerraron los comercios,
se eliminaron las visitas, se cancelaron eventos,
viajes, escuelas, al igual que se prohibieron besos
y abrazos.
Tampoco podemos visitar a los viejos, caminar
por las calles o saludar a quien nos topamos.
Los templos cerraron sus puertas y ahora todos
estamos en nuestras trincheras.
El encierro provoca todo tipo de reacciones,
comportamientos y comentarios. Afloran personalidades y nos pone de manera
consciente tanto física como mentalmente,
frente a las personas con las que convivimos
diariamente, cuando antes, era común que
no supiéramos ni cómo estaban realmente los
miembros de nuestra propia familia. A veces
sin tiempo si quiera, ni para cruzar miradas
compasivas, miradas de “aquí estoy, te escucho,
te amo”, palabras que no terminaran en meros
convencionalismos: “-Cómo te fue? -Bien” “-Qué
tal la escuela? -Hay va, hay va”, “Recoge tu ropa,
tiende la cama, ayuda a recoger la mesa”.
Vivimos tan acelerados, que nos perdemos en el
“qué hacer” y no logramos conectar con quienes
más queremos, quedándonos limitados a un
nivel superficial.
¿Cómo tomar esta situación?
1.- Unos navegan compartiendo su amargura
por lo que sucede, quejándose todo el día y
juzgando el comportamiento de los demás.
2.- Otros rezan poniendo su fe y esperanza en
manos de Dios.
3.- Están los que analizan las noticias y especulan
sobre lo que sigue.
4.- Hay también, quienes ven esto como una
oportunidad, experimentando un estado de
crecimiento personal para ellos y para quienes
los rodean, sin ser esto un trabajo fácil.
El encierro está en ver la vida de manera
monótona, con más miedos que retos, en
no darnos la libertad de tener momentos de
reflexión, de observar nuestro comportamiento y
de ver cómo vamos creando una personalidad
que se aleja cada vez más de lo que somos.
El encierro diario está en recorrer la vida sin valorar lo que tenemos a nuestro alrededor,
sin darle importancia a las personas que
amamos, a nuestro trabajo, a nuestros amigos
y hasta porque no, a quienes nos ocasionan
los problemas, porque de ellos vienen grandes
enseñanzas.
El encierro está en vivir en todos lados, menos
en el ahora, viendo cómo crecen nuestros seres
queridos y cómo otros se van, lamentando la
falta de tiempo para agradecer, para comunicar
y para perdonar.
Sin embargo, el encierro que es ahora obligatorio,
puede ser la mejor oportunidad para liberar las
cargas diarias. Debemos ver esta situación
como una gran oportunidad para hacer una
limpia en nuestra mente, cuerpo y espíritu.
Debemos darnos la oportunidad de vivir el
presente, aprovechando que ahora tenemos
el tiempo para hacerlo.
Tomemos esta situación para profundizar
en nuestra historia, para analizar lo que nos
pudo haber desviado de nuestra esencia;
detengámonos a soñar para visualizar y retomar
nuestro camino; en lista a toda la gente a la que
le tienes que agradecer y también a la que le
tienes que pedir perdón. Libera tus cargas y
camina ligero.
Este encierro no empezó a mediados de marzo
del presente año, estaba ocurriendo desde
antes, de manera inconsciente en nuestra
propia vida. Es por eso, que aprovechando la
actual situación, ¿por qué no aprovechar y salir
de nuestro propio encierro?
Nayo Escobar
Leonardo.escobar@me.com
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Leonardo Escobar es un empresario músico y escritor
regiomontano.