Por:
Gabriela Arenas
Fotografía:
Especial
La creatividad no hace cuarentena
Josef Sudek,
conocido
también como
“El Poeta de
Praga” no se
caracterizó
por escribir
poemas con
su puño y letra,
sino con las
imágenes que
lograba captar
a través de su
vieja cámara.
Han transcurrido
algunos días, en
que hemos tenido
que permanecer
en nuestras casas
debido a la “Cuarentena” por
el COVID-19. Para muchos,
no han sido días fáciles, ya
que han requerido un cambio
drástico en nuestros modo de
vida, planes y proyectos. Una
situación originada por un
pequeño microorganismo,
que parecía impensable que
pudiera afectarnos tanto, en
una era donde la tecnología es
capaz de explicarlo y resolverlo
todo.
Ante la saturación de infor
-
mación que estamos viviendo,
son muchas las personas que
cómo “medio de escape” día a
día buscan reinventarse con las
herramientas que tienen a la
mano , estimulando su crea
-
tividad, para adaptarse a sus
nuevas condiciones de vida.
Y es así como actualmente
pintores, músicos, escritores,
escultores, fotógrafos y acto
-
res, están generando intere
-
santes obras, aprovechando
precisamente el confinamiento
“obligatorio” al que están
siendo expuestos.
Eso me hace recordar a Josef
Sudek, conocido también como
“El poeta de Praga”, quien no
se caracterizó por escribir
poemas con su puño y letra,
sino con las imágenes que
lograba captar a través de su
vieja cámara.
Para Sudek la nostalgia
era parte inherente de su
vida, marcada por la pérdida
de su brazo derecho durante
la Primera Guerra Mundial.
Situación que lo obligó a dejar
su oficio de encuadernador y
entregarse por completo a la
fotografía.
A partir del inicio de la
Segunda Guerra Mundial, tras
la ocupación Nazi, caminar por
la ciudad con una cámara al
hombro, era algo más que
sospechoso, obligándolo a
recluirse en su casa y tomar
fotografías sólo a través de
una pequeña ventana de su
estudio en Praga. No había
mucho que fotografiar, ya que la ventana daba a un pequeño
huerto, donde no había nada;
sólo un par de arbustos y un
árbol retorcido. La ventana se
convirtió en una metáfora de
la separación entre su mundo
interior y el exterior, dando
lugar a una de sus series más
célebres “La Ventana de mi
Estudio” (1040-1954).
La imágenes que lograba
captar tenían una luminosidad
excepcional, estaban llenas de
poesía, ternura y de una gran
belleza. Su obra reflejaba tran
-
quilidad y armonía, a pesar de
haber sido realizada en tiempos
de conflicto, incertidumbre y
desacuerdo. El artista utilizó la
luz como respuesta metafórica
al misterio del destino del ser
humano, donde ésta siempre
triunfaría sobre la oscuridad.
gabyarenas1@gmail.com