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De lo perdido,
lo encontrado
Me gusta manejar hacia casa, platicando con mis
amigos acerca de los mejores detalles del concierto,
para luego llegar a mi cama y batallar para quedarme
dormido por el dolor de mis pies y mi espalda. ¿Pero
ahora?
Para algunos, es un año que estará condenado a la ignominia, para otros, es un año
donde tuvieron la oportunidad de reinventarse haciendo cosas nuevas y diferentes.
Ahora con esto de la pandemia, he visto
como cada vez más artistas y músicos han optado
por hacer transmisiones en vivo, en las diferentes
redes sociales a través de internet.
Es entendible, pues la situación actual no nos
permite por ahora tener ese acercamiento artistaseguidor al que estábamos acostumbrados, cuando
el músico se presentaba en algún concierto o festival.
Ahora la moda obligada es anunciar sus presentaciones desde un estudio y en una fecha determinada.
Y con esto me viene a la mente una pregunta
que me hicieron recientemente, sobre lo que opino
acerca de pagar por ver esos conciertos on-line. En
un principio, mi respuesta fue obviamente, que yo
no pagaría por ver una presentación en ese formato,
sustentando mi respuesta en ¿Por qué pagar por algo
que no estoy disfrutando en vivo? ¿Por qué pagar si
no está el ambiente? No se está gastando en personal,
infraestructura, transporte ni nada relacionado a eso.
¡Definitivamente NO!
Muy seguramente es porque yo soy “Old School”
y estoy acostumbrado a disfrutar los conciertos de
esa manera. A mí me gusta la anticipación al gran
día. Disfruto del camino mientras voy al recinto. Me
gusta hacer la fila y pasar bajo el arco de bienvenida.
Pasearme por el lugar entre la gente con una cerveza
en mi mano, mientras saludo a los conocidos que
me encuentro por ahí. Encontrar el “spot” perfecto, para poder disfrutar el evento cómodamente. Es un
lugar estratégico pues a los que ya pasamos de los
40, buscamos cuatro cosas en un concierto:
1. Comodidad
2. Que se vea y escuche bien
3. Que esté cerca de la venta de cerveza
4. Que esté cerca del baño
Esa es la máxima por la que la mayoría de los metaleros de nuestra edad nos regimos y estamos bien con
eso. Disfrutar de cada banda y sus respectivos shows.
Las canciones, las luces, el fuego, la pirotecnia, los
empujones y el olor a gente y cerveza.
Y al terminar el concierto, me gusta ir caminando
hacia la salida contento de haber sobrevivido y disfrutado de horas de música con amigos. Recorrer el
largo camino hacia el estacionamiento y ver mi auto
ahí, esperándome pacientemente a que llegué a él y
abra su puerta mientras le dedico unas palabras de
amor, porque lo veo como a un salvador que recibirá
mi dolorido cuerpo en su suave asiento y el soplará
un fresco aire desde sus rejillas al frente del tablero
para confortar mi calor.
Me gusta manejar hacia casa platicando con mis
amigos acerca de los mejores detalles del concierto,
para luego llegar a mi cama y batallar para quedarme
dormido por el dolor de mis pies y mi espalda. Puede
sonar a tortura, pero es lo que hago.
Y es eso lo que me gusta de un concierto. Y precisamente eso es lo que NO tengo ahora.
Lo que arriba menciono, es lo que no ofrece el
nuevo formato de conciertos on-line. En ellos no hay
gente frente al artista. No existe interacción y eso
es esencial tanto para él como para nosotros como
público. Alguien alguna vez dijo: “El aplauso es el
alimento del artista”. Y es cierto. Es necesario estar
ahí para aplaudir y que el artista se dé cuenta de
nuestro entusiasmo y entrega hacia su música. Y dicho
esto último me pregunto: ¿Sabe él que estamos ahí?
No lo creo.
Tal vez entre miles de cabezas que hay dentro en
un mar de gente brincando al pie del escenario, me
vea a lo lejos y piense: “¡Ah mira, ahí está un pelón de
barba!” y entonces siga con lo suyo. Esa es la realidad.
Antes de continuar con lo de los conciertos online, quiero dar mi punto de vista acerca de otros dos
formatos con los que se estaba experimentando para
poder llevar a cabo conciertos en vivo, siguiendo las
reglas de la sana distancia. El primero era un concierto
al aire libre como cualquier otro que conocemos, al
que la gente asistía conduciendo su auto hasta adentro
del recinto, estilo auto cinema, pero no podías bajar
del auto excepto para ir al baño. El público sacaba los
brazos por las ventanas para animar a los músicos
y al final de cada canción, hacían sonar el claxon y
prendían y apagaban las luces del auto a manera de
vitoreo… Qué triste espectáculo. No puedo siquiera
imaginar verme ahí haciendo eso.
El segundo de los casos, mostraba un lugar cerrado
donde el poco público que pudieron acomodar dentro,
tenía que “disfrutar” del concierto sentado en unas
sillas dispuestas estratégicamente, separadas 2 metros
de cada una hacia el frente, atrás y hacia cada lado.
Fue grotesco el ver cómo la gente fingía disfrutar
de ese formato al estar “bailando” mientras estaban
sentados literalmente en cada silla… ¡Maldito 2020!
Si esto va a ser así ¡Ya llévame de una vez por todas!
Tranquilo... respira… cuenta hasta diez… 1, 2,
3………. 9, 10.
Dicho lo anterior, el formato de conciertos online ya no me parece tan descabellado después de
todo. Claro, tienes que verlo en perspectiva contra
los horribles formatos que apunté antes.
Y aunque no es nuevo eso de transmitir conciertos
a través del internet, lo que sí es cierto, es que cada
vez es más frecuente llevarlos a cabo de esa manera
debido a la pandemia. Y cuando digo que no todo es
malo, me refiero al hecho de que al evento lo podrás
disfrutar desde la comodidad de tu hogar ya sea frente
a tu TV, computadora, tablet o teléfono. Podrás estar
en pijama y no te perderás de ningún detalle cuando
tengas que ir al baño pues hasta ahí lo vas a poder
seguir disfrutando. Tendrás siempre cerveza fría y
de la que te guste en el refrigerador, incluso hasta
más barata. Botana y comida de la que quieras. Lo
podrás ver tu solo o acompañado de familia y amigos, y si el concierto es de paga, te sale mucho más
barato. Tu cuerpo no va a sufrir los estragos por esas
horas estando de pie sin poder sentarte. A salvo del
sol y la lluvia.
Pero más allá de todas esas “ventajas” de verlo
desde casa, tal vez aún no estés convencido de lo
bueno que esto puede tener. Y es que a pesar de que
la banda no te tiene como público frente a ellos, tiene
una pantalla donde pueden monitorear de manera
eficaz y en tiempo real quien se conecta y desde que
lugar del mundo los estás viendo. Y eso puede ser
una conexión más íntima aún, que la que se puede
tener en un concierto normal. Ellos pueden leer todo
lo que se les escribe antes, durante y después del
show, cosa que es muy difícil hacer y pocos logran de
manera regular. Ahora, si les escribo un comentario,
ellos van a saber que soy Reno de Monterrey, México.
Sabrán que me gusta mucho su música, me pueden
contestar y ya no sólo seré el pelón de barba larga
parado a 50 metros del escenario entre 25 mil otras
personas en una ciudad “X”.
Ahora la interacción es diferente, me parece que
de cierta manera es hasta más directa que antes.
Porque ellos también están sufriendo por la falta de
contacto con su gente. Pero es lo que tenemos y nada
podemos hacer… De lo perdido, lo encontrado. Y hay
que ir haciéndonos a la idea de que esto va a llevar
tiempo para que vuelva a ser normal.
Otra de las ventajas que le veo a este encierro, es
que los artistas, como seres creativos que son, han
tenido (y tendrán) mucho tiempo para hacer música
de muy alta calidad aprovechando el tiempo en cuarentena. Ellos lo saben y están comprometidos con
sus seguidores a que así sea.
No hay mucho para donde hacerse, tenemos que
habituarnos a que muchos eventos se van a llevar de
esa manera hasta que este maldito virus deje de ser
una amenaza para nosotros.
Y mientras espero a que el 2020 abra sus fauces y
nos suelte tantito, yo ya tengo cerveza fría, botana y
mi Smart TV preparados para cuando llegue la ocasión de disfrutar alguno de esos conciertos que se
avecinan… En pijama, pero eso sí, con la camisa de
mi banda favorita bien puesta.
René “Reno” Aldrette
blackmetalmvffin@gmail.com
Twitter: @blackmetalmvfin
Instagram: @blackmetalmvffin666
FB: @BlackMetalMvffin
Arquitecto, artista plástico,
músico y promotor del género del Metal. Actualmente
conduce el canal digital Black Metal Mvffin y
promociona la cultura de la escena musical.
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