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Cine: la injusta competencia entre lo ‘comercial’ y lo ‘de arte’ | EDUI TIJERINA CHAPA | Octubre 2020

 

Sin audiencia no hay medios

Cine: la injusta competencia entre lo ‘comercial’ y lo ‘de arte’

La leche y el aceite tienen composiciones muy distintas. Cada uno cuenta con su propio valor y compararlos entre sí para determinar cuál es mejor resulta, sin duda, inútil. Con las películas ocurre algo parecido.

Con frecuencia encontramos publicaciones que comparan películas comerciales con las llamadas “de autor” o “de arte”. Esto abre debates respecto a si unas son o no mejores que otras, pero -la verdad- tanto comparar como debatir sobre eso resulta injusto e innecesario.

Las películas se contemplan desde diversas clasificaciones: corrientes, géneros y escuelas, por ejemplo. También por sus objetivos. Según éstos, encontramos filmes diseñados como vías de expresión, supervisión y análisis del entorno; de manifestación de posturas ante determinados temas o a la contemplación de lo bello o crudo de nuestra realidad. Por otro lado, las que se encaminan al mero entretenimiento y con interés claro por lo económico. En decir: las “de arte” y las “comerciales”, respectivamente.

Los estudiosos señalan que las características distintivas del cine COMERCIAL son que el productor está subordinado a la base financiera, que el comercio está por encima de los valores estéticos, reproduce patrones formales y artísticos mediante repetición de fórmulas y muestra personajes poco profundos. También, que no ofrece alternativas que enriquezcan las historias y que se aferra al uso de la tecnología para aumentar el espectáculo visual.

Respecto al DE ARTE, se puntualiza el dominio del autor, personajes sin estereotipos y con psicología que refleja la complejidad del ser humano. Es financiado con pocos recursos y concede mayor peso a la elocuencia del lenguaje cinematográfico; se aleja de lo superficial y compromete la imaginación del espectador con claves expresivas que no siempre están al alcance de todo tipo de auditorio.

Tenemos, entonces, que el “comercial” pretende recaudar dinero en taquilla y apela, principalmente, a la emoción del cinéfilo, mientras que el “de autor” se ubica como canal expresivo que va tanto al cuerpo emocional como al intelecto, capacidad analítica y reflexiva de quienes lo ven.

Enfrentar a las unas con las otras, no habla más que de la falta de consideración sobre las intenciones de cada grupo.

Una película comercial que llama la atención acumula ingresos y hasta sienta bases para secuelas y franquicias, es “buena” desde que consigue aquello para lo que fue creada.

Por su parte, la que, a pesar de los escasos recursos, expresa la visión de sus realizadores sobre el mundo y sus problemas, ofrece enfoques para facilitar la reinterpretación y consigue que el espectador se comprometa también en lo intelectual, estará cumpliendo con el objetivo del cine de autor y, por ello, será considerada “buena”, aunque no recupere su inversión en taquillas.

Comerciales con comerciales, de autor con las de autor. Eso es lo correcto.

Podemos comparar distintas marcas de aceite y decidirnos por una. También, comparar variedad de marcas de leche y encontrar la de mayor calidad. Comparar aceite con leche y preguntar “¿Cuál es mejor?” no procede, porque son de naturaleza muy distinta. 

Lo mismo aplica en el cine. 

Edui Tijerina Chapa
edui_tijerina@yahoo.com 
Twitter: @EduiTijerina 
Instagram: @eduitijerinachapa  

Escritor, dramaturgo, guionista, asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”, “Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”.