La falsa neutralidad
en la comunicación
A medida que los medios de comunicación aumentan su capacidad de influenciar
a un mayor número de personas, el reto de no perder su imparcialidad crece.
Todas las formas de comunicación
ya sean en formato tradicional o
digital, influyen a una persona en su
forma de pensar; razón por la cual
su manejo de manera responsable,
es de suma importancia para cumplir con el propósito de comunicar.
Ahora bien, el objetivo de un canal
de comunicación puede ser informar, educar, entretener o formar
opinión. Con el fin de poder cumplir
con lo anterior, su proceso debe
ser llevada a cabo de una manera
imparcial y sin sesgos que pudieran
poner en riesgo la interpretación
correcta del contenido. Es sumamente importante, que el receptor
sea capaz de formular su propia
opinión de manera natural y sin
haber sido polarizado de alguna
forma en particular.
Evidentemente, a medida que los
medios de comunicación aumentan su capacidad de influenciar a
un mayor número de personas, el
reto de no perder su imparcialidad
crece.
Es aquí donde surgen algunas preguntas, como por ejemplo: ¿Cuántos comunicadores no manipulan
la información que comunican con
fines comerciales?, ¿Cuántos periodistas no emiten juicios de valor al
informar?, ¿Por qué se ha perdido la
objetividad al comunicar?, ¿Por qué
razón no se permite que el receptor
formule sus propias conclusiones?
Generalmente, la imparcialidad es
amenazada por los compromisos
comerciales del medio de comunicación, que con el afán de vender
más, en ocasiones manipula el contenido de lo que trasmite; al igual
que por intereses personales de los
mismos comunicadores, que de vez
en cuando para obtener algo a cambio, intentan convencer a un público
sobre una posición en particular.
Cabe destacar que con cierta
frecuencia, la imparcialidad es
también amenazada por factores
externos, como lo son la presión de
la competencia y la intimidación de
las autoridades. Dos puntos que
van directamente relacionados a la
supervivencia del medio de comunicación, en un “campo de guerra”
lleno de intereses de todo tipo.
Sin embargo, ser imparcial significa ser justo, equilibrado, neutral y no prejuicioso. Para que un
periodista o comunicador lo sea,
deberá entre otras cosas, reflejar
una amplia gama de opiniones, no
excluir ninguna corriente de pensamiento, evitar ser tendencioso,
examinar visiones opuestas, ofrecer
la oportunidad para que las partes
se manifiesten y siempre buscar
el sano equilibrio en el manejo de
los temas presentados. Verdaderamente no es nada fácil cumplir
con los puntos anteriores.
Ante esta situación, cada vez es
más común que algunas personas
tomen la decisión de dejar de ver
la televisión, de salirse de las redes
sociales y hasta de dejar de usar
sus teléfonos inteligentes. ¿Por qué
será? Quizás, estas decisiones estén
motivadas por la saturación informativa y por el hartazgo generado
por el mal manejo de la imparcialidad en la comunicación en general.
robgarza@att.net.mx