¿Estamos condenados
a vivir sin cultura?
Quizás sea momento de que ampliemos nuestra visión acerca del término “Cultura” y le
quitemos la connotación de solemnidad que nos enseñaron en la escuela.
¿Cómo están estimados lectores? Siempre es un gusto
poder saludarlos en este espacio de coincidencia, que nos
permite compartir diferentes
puntos de vista e interactuar
sobre el acontecer de nuestra
cultura y sociedad.
En un abrir y cerrar de ojos,
estamos ya cumpliendo un
año en el que paulatinamente
se fue contrayendo nuestra
dinámica diaria, al punto de
dejarnos encerrados y muy
limitados en relación a la libertad que solíamos tener antes.
Indiscutiblemente, los efectos
son ya por todos conocidos,
sin embargo la contracción
de los espacios culturales fue
total durante muchos meses,
comenzando a operar recientemente sólo algunos museos
y otros pocos lugares.
Sin embargo, se tendrá también qué luchar contra la inercia del público a quedarse en
casa y contra la mentalidad
de no salir a lugares que no
sean esenciales. ¿Será que
los espacios culturales están
condenados a sufrir el mismo
rechazo que sufrieron las salas
de cine cuando finalmente
abrieron?
Es evidente que dicho rechazo
existe y claramente se ha generado por nuestra falta de necesidad de cultura, esa ausencia
de las artes, el desapego a nuestras creencias,
el deterioro de nuestra identidad y por la falta
de lo que hoy nos hace emocionalmente más
humanos.
¿Cuándo fue la última vez que usted leyó un
libro? , ¿Cuándo fue la última vez que usted vio
una serie de NETFLIX?
Debemos recalcar, que la cultura no se adquiere
sólo con un título profesional o con un saber particular, es más bien un modo de
pertenecer a una comunidad y
el deseo de desarrollarla para
un bien común. Como diría el
periodista chileno Fernando
Miranda “La ausencia de cultura engendra el vacío y, para
llenarlo, se buscan soluciones
tales como el fundamentalismo religioso, el populismo
racista, el consumismo y el
anarquismo”.
¿Será que estamos entonces
condenados a vivir sin cultura?
Ante esta situación, quizás
sea momento de preguntarnos acerca de la educación
que estamos recibiendo como
sociedad, sobre los valores que
nos representan y sobre lo que
verdaderamente creemos y
estamos transmitiendo a las
nuevas generaciones.
Probablemente, también sea
momento de que ampliemos
nuestra visión acerca del término “Cultura” y le quitemos
la connotación de solemnidad que nos enseñaron en la
escuela. Indudablemente la
vida cultural va más allá de lo
que sucede en museos, teatros
y bibliotecas y el encasillarla a
sólo esos espacios, hace también que un muy bajo porcentaje de la población pueda y
quiera acceder a ella.
Sin duda alguna, todavía tenemos mucho qué
aprender.
robgarza@att.net.mx