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LORETTA VALLE | Las rejas me enseñaron: No hay peor cárcel que la mental | EDUI TIJERINA | Octubre 2021

Entrevista: Edui Tijerina Chapa
Fotografías: Alberto Jiménez



LORETTA VALLE
Las rejas me enseñaron: 
No hay peor cárcel que la mental.

Hace un par de años tuve la oportunidad de leer el texto autobiográfico “El día que decidí ser Libre”, en el cual, Loretta Valle describe sus vivencias durante un matrimonio regido por la violencia física y psicológica. La experiencia me resultó envolvente, estremecedora, detonante de reflexión y, al final, toda una invitación a vivir en libertad, siendo uno mismo, queriendo nuestro propio potencial y respetando la individualidad de todos los que nos rodean.

La comunicación con la autora ha sido tal, que ahora tengo el enorme gusto y orgullo de llamarla mi amiga. Y en nombre de esa amistad, me acerqué para ofrecer esta entrevista que ahora, con gusto, comparto con todos ustedes, amigos de “Arte, Cultura y Sociedad”

¿Te parece si nos remitimos a tu infancia?

Soy de la CDMX, del corazón de San Ángel. Nací en el seno de una familia sumamente tradicional y regida por el patriarcado. Mi papá era arquitecto y mi mamá es decoradora de interiores, pero siempre se dedicó al hogar porque, dentro de mi familia, era inimaginable que una mujer pudiera trabajar. Sólo tengo una hermana mayor.

Tuve una infancia que para muchos podría ser “perfecta”, con padres presentes y amorosos.



Esa presencia amorosa, ¿qué tanto determinó tu personalidad?

Desarrollé una personalidad rescatadora. Me apodaban “la enfermerita” pues me encantaba cuidar a todos los familiares que caían enfermos; rescataba animales y amaba hacer labor social. Era una niña “modelo” que no daba guerra. ¡Ah, pero cómo me costaba trabajo la escuela! Ese era mi coco. Tengo dislexia y déficit de atención. La verdad es que lo mío, lo mío, nunca fue el estudio. Con trabajos, pero sin reprobar ningún año, terminé hasta la prepa. 

¿Qué era lo que más disfrutabas?

Adoraba hacer largas caminatas recorriendo las calles empedradas de San Ángel, de la mano de mi papá quien me narraba historias maravillosas de los propietarios de aquellas casonas fantásticas. Aún recuerdo los olores que despedían los exquisitos platillos que mi mamá nos elaboraba a diario, la textura de su mano acariciando mi mejilla y su paciencia al estudiar conmigo. Siempre fue una mamá muy presente, sumamente cariñosa y ama de casa perfecta. 

En general, todo marchaba bien si cumplía con las reglas de la casa. Se puede decir que fui una niña feliz, criada bajo un régimen estricto y a la vez amoroso. 

¿Qué formación recibiste respecto a los valores de pareja?

Recibí el mensaje, verbal y no verbal, de que una mujer se debía de casar y conseguir un buen marido que la cuidara, la protegiera y la proveyera de todas sus necesidades. Trabajar no era viable para las mujeres Valle, teníamos que ser las amas de casa perfectas y formar familias perfectas. Debía de casarme virgen y ser una mujer decente y respetable para que el hombre con el que me casara, se sintiera orgulloso de que yo sería la futura madre de sus hijos. 

Vi a una mamá sumisa y complaciente que convencía con “besitos” a mi papá quien tenía la última palabra, así que eso para mí era lo normal. Jamás me cruzó siquiera por la mente la idea de decidir ser soltera o de sólo tener una pareja, sin formar una familia, porque en casa las mujeres solas, divorciadas y trabajadoras recibían una lastimosa mirada de compasión por correr con esa suerte.

La pareja era todo y las mujeres construíamos una vida en torno al marido y a nuestra familia. Una mujer no contaba con el derecho de poseer una vida propia y la individualidad ¿qué es y con qué se sirve?


“Soy una mujer que no trabaja, sino que ejerce sus pasiones”

Entonces, ni hablar de independencia y la incursión la mujer en todos los ámbitos.

Nunca se fomentó la independencia. Por el contrario. Mi mamá siempre quiso trabajar y que papá le decía: “mi reina, pero ¿qué te hace falta?, ¿acaso no te lo doy todo?”. Ella, resignada, sólo tenía la aprobación para dar clases de pintura, en el jardín de la casa, donde él le construyó un estudio.  

Viví los sueños frustrados de mi madre, quien no pudo ser médico porque sus papás se aterraban con la idea de que estudiara con hombres. Por eso, sólo le permitieron seguir una carrera propia de mujeres y eligió decoración de interiores, pero nunca la ejerció.

En mi caso, mi papá “sí” me dejaba estudiar, pero a las dos carreras que me apasionaban dijo “no”. Actuación, considera-ba que era una profesión de mujeres de cascos ligeros y sobre psicología argumentaba que las psicólogas estaban locas y/o divorciadas. De todas maneras, yo me cuestionaba “¿y para qué tanto esfuerzo en estudiar cuando no ejerceré la carrera y me dedicaré al hogar?”.

Entonces, ¿nunca sentiste vocación por la TV, las letras y ofrecer conferencias?

Sentí vocación, pero tenía la falsa creencia de que eso no era para mí. Además, como no comencé en medios desde joven, no imaginaba posible el poder concretar esta pasión y desarrollarme ejerciendo mi sueño desde pequeña estando a cuadro, conduciendo programas de TV y, mucho menos, siendo productora de algunos de ellos. Con respecto a las letras, no estaban dentro de mis planes, sino que en una temporada navideña sufrí un accidente y tuve una fractura expuesta que me inmovilizó por varios meses. Fue entonces cuando aproveché el tiempo escribiendo a manera de catarsis y cuál va siendo mi sorpresa que de ahí salió la primera versión de mi libro “El día que decidí ser libre”, donde narro la verdadera historia de mi vida.

Ahora, he hallado en las letras otra de mis mayores pasiones. Por último, la tercera pasión, la que alimenta mi alma, es estar en un escenario, ante un público, compartiendo mi ser, “encuerándome” desde el alma y emitiendo palabras que brotan desde el tuétano. Ahí, me transformo y dejo llevar. Si alguien me hubiera dicho hace 15 años que me convertiría en una Speaker internacional, avalada por la NSA (National Speakers Association), que daría conferencias para compañías multinacionales y hasta para 14,000 personas, hubiera pensado que se estaban burlando de mí, porque antes sentía pena de hablar en público, me daba pánico escénico.

Hoy me considero sumamente afortunada porque hago lo que amo en la vida y además me pagan. Soy una mujer que no trabaja, sino que ejerce sus pasiones.


“Hay que enamorarnos de nuestras luces y de nuestras sombras y convertirnos en el amor de nuestras vidas”

¿Cómo conociste al que pensaste que sería “el hombre de tu vida”?

Como mi papá no me había dejado estudiar lo que yo deseaba y no me atreví a imponer mis deseos, lo quise castigar metiéndome a trabajar. Nunca pensé que la que en realidad se estaba castigando era yo misma, negándome la oportunidad de tener una carrera profesional que me ampliaría la visión del mundo.  

Así, desde el enojo, entré como recepcionista a una afamada casa de cambio. Ahí laboraba, como cambista, César Martínez, el “príncipe azul” que llegaría yo a considerar como el amor de mi vida. No creas que lo vi y me enamoré a primera vista, de hecho, no me gustó, pero él fue muy astuto y se convirtió, literal, en el hombre de mis sueños. Una combinación de Iron Man, Felipe (el príncipe de Aurora) y el guapo Ben.

Caí redondita y me sentí sumamente afortunada de haber encontrado un hombre hogareño, trabajador, decente, romántico, cariñoso, responsable, comprometido, abstemio, que quería formar una familia y que me ponía como prioridad. Todo un partidazo. Eso sí, yo omití “ligeros” detalles y me puse una venda voluntariamente. A mí me había dicho que era divorciado pero apenas estaba en proceso, no tenía amigos, su familia lo rechazaba y él tenía prisa en contraer matrimonio. No cabe duda de que era el rey de la seducción y de que yo vi sólo lo que quise ver.

¿Cómo pasó de sueño romántico a un estado continuo de violencia física y psicológica?

En cuanto llegamos de la luna de miel las cosas comenzaron a cambiar. César no tardó en mostrar su verdadera personalidad. Fue entonces cuando descubrí que le gustaba beber alcohol con frecuencia y sin medida, que asistía a discotecas y antros de moda todos los fines de semana y que no era exactamente el hombre hogareño que yo había anhelado y que él me había asegurado ser. 

El matrimonio no iba muy bien, pero yo “le echaba ganas” como me habían enseñado. Teníamos apenas siete meses de casados, cuando lo acusaron de haber cometido un fraude por 28 millones de dólares y lo metieron preso al Cereso de La Mesa, mejor conocido como “El Pueblito de la Mesa”.

Ese CERESO fue construido en 1956, a manera de un experimento social. Los familiares de los reos podían vivir dentro, si así lo deseaban, saliendo a diario o quedando encerrados como ellos. No existían celdas, comedores o el típico patio. Más bien, todos debían pagar la comida, el techo, la ropa y hasta por la seguridad, pues era un lugar muy peligroso. 

Dentro había de todo y los reos estaban mezclados. Basta ver la película “Atrapen al Gringo”, de Mel Gibson, para darse cuenta de cómo era ese lugar donde la filmaron, que es el mismo penal del que estoy contando.

César volvió a ser cariñoso, romántico y a mí esto me devolvía “la vida”. Mis papás le contrataron abogados para que pudiera salir lo antes posible, pero el pronóstico no era muy alentador. Habló conmigo y me dijo que no podía soportar vivir ahí dentro solo, me amenazó con sucumbir ante las drogas para evadir la realidad, con fugarse y con quitarse la vida. 

Yo, siendo una niña de tan sólo 21 años, complaciente y teniendo la personalidad de rescatadora, le dije que me iba a vivir con él hasta que todo se solucionara y le prometí salir de la mano, cruzando esa reja juntos. Estaba dispuesta a cumplir con la palabra que le di en el altar y estar con él en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y hasta que la muerte nos separara. 

Vi y viví cómo mis papás eran un equipo sólido y cómo siempre pusieron por encima de todo los votos que habían profesado en un altar. Esto influyó enormemente en la toma de decisión e incluso fue el argumento que utilicé cando ellos quisieron impedir que yo me internara.

Dentro del penal, César, otra vez, fue el hombre del que me enamoré. Yo creía estar viviendo una historia de amor maravillosa. Cuando al fin salimos de la cárcel, resurgió su verdadera personalidad. Supongo que porque dejó de necesitar de mi ayuda o de la de mis papás. 

Te puedo decir que, en su momento, no cruzó por mi mente alguna otra posibilidad. Sólo creí que irme con él, con mi esposo, era lo correcto y lo que yo debía de hacer. Hoy sé que ingresé a ese penal por un “amor” enfermo y, por codependencia, queriendo salvar al que yo creía era el amor de mi vida.


“Hoy sé que ingresé a ese penal por un “amor” enfermo y, por codependencia, queriendo salvar al que yo creía era el amor de mi vida”

Y los barrotes de la cárcel te despertaron la conciencia sobre otros, quizás más difíciles de sortear: Las rejas mentales y emocionales.  

En ese momento no le puse nombre y apellido a la codependencia pues desconocía el término, pero sí fue un despertar de la consciencia en donde por primera vez pude comprender que la felicidad está dentro de nosotros.  

Al ver correr a niños que habían nacido ahí dentro de esas paredes que delimitaban su realidad, sin conocer el mundo exterior y, a pesar de ello, hacerlo ataviados con una sonrisa desde el alma, me preguntaba: “¿qué hace que estas criaturas inocentes, marcadas por los errores y las creencias de sus padres, dibujen esas sonrisas y sean inmensamente felices mientras patean un bote en estos callejones lodosos?”

Ahí, justo ahí, comprendí que la felicidad uno la trae por dentro, que uno es el creador de su existencia y que uno se cuenta la historia como uno se la quiere contar. Producir nuestra vida es responsabilidad de cada quien. Grandes enseñanzas son las que recibí dentro de ese penal. Entré siendo una niña atrapada en el cuerpo de un adulto y salí siendo una mujer en vías de desarrollo personal, con un sinfín de preguntas hacia la vida que poco apoco me fue respondiendo. 

La codependencia emocional se caracteriza por poner los reflectores en el exterior, por no soportar tener contacto con uno mismo y por esperar que algo o alguien llene los vacíos existenciales que nos corroen el alma. 

Poder recuperarme fue un viaje largo que comenzó dentro de ese penal, trepada en un banco, sostenida de unos barrotes, anhelando poder tocar las hojas de aquel árbol que vislumbraba y que me daba vida a lo lejos, a lo muy lejos.

Loretta Valle durante la grabación de su programa.

“No se puede tener una vida extraordinaria haciendo esfuerzos ordinarios y no se puede dar lo que no se tiene”

¿Cuáles fueron tus herramientas para comenzar a trabajar el desapego y transformarlo en fuerza, en resiliencia?  

La principal fue IDENTIFICAR que estaba apegada, que buscaba en el exterior la felicidad que tengo en el interior. 

ACEPTAR mi lado oscuro, mi codependencia y el miedo hacia la responsabilidad de tomar las riendas de mi propia vida.

TRABAJAR en mí misma para reparar lo roto que estaba mi interior y para entrar al dolor de manera voluntaria, tocándolo, sintiéndolo y creciendo con él. 

CONSTRUIR una vida rica por y para mí, siendo la proveedora de todo. Esto incluye la gestión de mis emociones, la promoción de mi bienestar físico y psicológico, mi economía. Ser la responsable de mis decisiones y creadora y productora de cada escena de mi existencia. 

En el 2018 fuiste galardonada como la mujer del año por la Cámara Nacional de la Mujer y recibiste las Palmas de Oro por tu trayectoria en medios de comunicación.

Luego, el Grupo Mundo Ejecutivo te reconoció como una de las 26 líderes que están transformando al país, tu lucha contra la violencia te hizo acreedora a la Estrella Dorada de Worldwide Quality Awards y el Congreso Nacional de Ciencias Jurídicas reconoció tu trayectoria social. Así, podría listar infinidad de preseas.

Ahora, encabezas el programa de “TransformARTE con Loretta Valle”, que se transmite por TV Azteca Internacional con un alcance de más de 40 millones de hogares en México y América Latina y sigues compartiendo el método “Coaching Transformacional”, del que eres creadora. ¿En qué consiste?

La necesidad de respuestas para poder saber por qué elegí de pareja a un psicópata integrado, como pareja, desde dónde me relacionaba conmigo misma y con los demás y cuáles habían sido las heridas de infancia que yo no había sanado aún y que, hasta ahora, determinaban mi día a día, me hizo comenzar un camino de desarrollo personal, de conocimiento interior, de aprendizaje y de transformación que me abrió hacia un mundo que no concebía.  

Desde este nuevo sistema de creencias empoderadoras y desde esta nueva percepción de mi ser y del mundo, creé esta metodología en la que transmito a mis clientes, alumnos y a todas las personas que me siguen, lo que a mí me ha funcionado con pasos sencillos y a la vez complejos, pues desapegarnos de nuestras creencias limitantes no es tarea fácil, que transforman la existencia.

Vivir en plenitud, ser felices y crear magia es responsabilidad de cada uno. No se puede tener una vida extraordinaria haciendo esfuerzos ordinarios y no se puede dar lo que no se tiene. Todo comienza en nuestro interior. El entendimiento nos da el poder de transformar para poder crear. Un cambio puede ser temporal pero una transformación no lo es. 

Loretta Valle durante la grabación de su programa.

“Vivir en plenitud, ser felices y crear magia es responsabilidad de cada uno”

Cono escritora, conferencista e hipnoterapeuta has tocado y cambiado muchas vidas. ¿Cómo te sientes ante esa responsabilidad social?  

Muy honrada y nutrida. Cada vez que alguien me escribe o me expresa el cómo, a través de mi historia, de mis palabras o de mi pluma, le he podido tocar el corazón, le he podido mover fibras sensibles o les he abierto la ventana para que se asome la luz es indescriptible. 

Este compromiso es primero conmigo misma y después con todos los que depositan su confianza en mí y por ello estoy avocada a cada vez ser mejor, a cada vez desarrollar una mejor versión de mí misma y a cada vez alzar más la voz.

Queda muchísimo por hacer, erradicar la violencia, desenraizar las creencias limitantes para transformar a una sociedad que está ensimismada, es bien complicado, pero sé que, poco a poco, estos cambios se seguirán dando y que cada vez seremos más los que nos demos la mano para contribuir en la construcción de puentes que nos lleven más lejos y a mejores lugares. Juntos y unidos siempre lograremos más.

¿Cómo percibes el papel de la televisión en el manejo de estereotipos sobre relaciones, codependencia, machismo y empoderamiento de la mujer?

Infortunadamente, en general, los contenidos que venden no nos dejan aún ver la realidad y siguen promoviendo relaciones torcidas, codependientes, violentas, machistas, fantasiosas y abusivas.

¿Qué nos falta para que, desde los contenidos de ficción y no-ficción, se aborden constructivamente esos temas?

Nos falta información, comprensión, difusión y hablar desde la realidad. Es una tristeza que estemos a muchísimos años de lograr una sociedad libre de violencia, porque hoy en día existe una desinformación y una enorme ignorancia de lo que son y de lo que no son la violencia y el amor propio.

Ver que desde pequeños nos inculcan sólo el valor de la riqueza exterior y material, que los primeros que cometen acoso son los padres con sus hijos, es atroz. Saber que en infinidad de hogares reina el maltrato y que mujeres y niños no cuentan con un espacio seguro para desarrollar versiones de seres humanos productivos e independientes, aceptar que la familia disfuncional es el mejor caldo de cultivo para la degradación de la sociedad y que éstas pululan, porque ni siquiera sabemos distinguir la funcionalidad, y comprender que hemos normalizado al abuso es vital para que podamos poner una solución en la que los medios de comunicación participen activa y masivamente.

Nos falta dejar de ver a los medios como una manera de generar riqueza económica y verlos como potenciales fuentes de generar riqueza humana. Nos falta que quien decide los contenidos tenga un amplio conocimiento del tema y que cuente con los recursos necesarios para poder crearlos.

Sé que tienes el proyecto de una serie.

Ese proyecto se trata de la serie de mi vida. En ella quiero abordar mis vivencias desde un enfoque educativo encaminado a la erradicación de la violencia y al empoderamiento del ser, desenfocando el tener. Todo está menos los recursos. Grandes empresas apuestan por narco-series porque venden y porque crean ideales de “héroes” basados en la descomposición social. ¿Así, cómo?  

El día que los valores vendan más que el “YOísmo” y que el tener, podremos hablar de una mejor sociedad. Es momento de que quien sí toma las decisiones se comprometa y asuma la responsabilidad social que su cargo conlleva abriendo espacios de dialogo, educación y discusión de temas que a todos nos atañen y que cambiarían para bien la sociedad.

Transformar al ser es un deber y sólo así podremos vivir en un mundo en el que nos dé orgullo estar y en el que podamos florecer con facilidad.

“Ahí, justo ahí, comprendí que la felicidad uno la trae por dentro, que uno es el creador de su existencia”

Desde tu ejercicio de productora y conductora televisiva, ¿cuál es tu principal motivación? 

Crear consciencia y promover la transformación personal. Difundir mensajes en los que el televidente pueda tener otras perspectivas de diversos temas en los que, por él mismo, pueda decidir y tener acceso a la información adecuada para formar su sistema de creencias y, desde ellas, transformar su realidad.

Y para cerrar…

Debemos dejar de huir de nosotros mismos. Hay que enamorarnos de nuestras luces y de nuestras sombras y convertirnos en el amor de nuestras vidas. Eso nos dará la posibilidad de dejar de sobrevivir el día a día para, así, comenzar a vivir. 

Recuerden que el único que lo puede lograr es uno mismo y el mejor día para hacerlo siempre será HOY.

Contacto 

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