Sin audiencia
no hay medios
True Crime
El subgénero que está
acaparando audiencias
No es novedad que los documentales sobre
crímenes reales o “true crime” (hechos, víctimas, victimarios, modus operandi, coberturas, y
demás lados del polígono temático) han incrementado su presencia en canales de TV, plataformas, podcasts y páginas especializadas en
internet. Cada nueva producción levanta más interés, controversia y polémica que la anterior.
Este fenómeno ha acarreado diversas opiniones encontradas. Por un lado, las de quienes
afirman que se hace apología del crimen y de
sus perpetradores. Por otro, los que señalan que
son un llamado de atención a la toma de conciencia sobre el peligro latente que enfrentamos
como sociedad. También están los que critican
los enfoques y líneas que siguen las producciones, privilegiando materiales que se apeguen a
la óptica que quieren mostrar para aumentar
audiencia, más que para informar con verdad.
El caso es que los programas, cortometrajes
y películas de crímenes verdaderos integran,
desde ya, un subgénero con muchos seguidores.
Las fuentes de información y apoyos gráficos
resultan inagotables. Mención aparte el hecho
de que inspiran docudramas y ficciones que
amplían su poder como gancho de audiencias.
Al buscar una explicación a la atracción tan
fuerte que estas propuestas ejercen sobre el
público, lo más fácil sería hablar de morbo,
aunque, personalmente, y refiriendo a comentarios de especialistas (sociólogos, psicólogos)
creo que va hacia algo mucho más complejo
y profundo.
En estos unitarios o series documentales, los
hechos son sólo un marco para señalar otras
vetas: tramas que posibilitan entrar a las mentes de los involucrados y tratar de descifrar sus
motivos; revisar el sistema de impartición de
justicia o analizar la opinión pública y la forma
en que ésta, con información parcial, juzga, etiqueta y condena, a veces, a inocentes.
Recordando aquello de que “la realidad siempre
supera a la ficción”, no faltan los que afirman
que de estos documentales hasta se puede
aprender (al menos conocer un poco, entre
tecnicismos, referencias y protocolos) algo
de sociología, derecho, psicología, medicina
forense, logística de investigación, etc. Y es
cierto, aunque depende de qué tan abierto esté
el espectador para eso. Unos pondrán suficiente
atención, teniendo ese objetivo. Otros los verán
como mero entretenimiento y, por tanto, quizás
los olviden rápido.
Estos formatos llaman la atracción porque
conectan con lo crudo de la realidad, pero sin
la inmediatez, rapidez ni, quizás, la poca profundidad de un noticiario regular. Nos llevan de la
mano a un aspecto de la realidad que, aunque
lejano para muchos, no deja de estar ahí y, por
desgracia, siempre con el potencial de afectarnos. Además, también dejan claridad sobre el
hecho de que no todos los malos son malos y
no todos los buenos son buenos. Se han dado
casos en los que, durante las investigaciones
de fondo, se encontraron datos y pruebas no
consideradas que dan giros interesantes -y
determinantes- al rumbo de estos.
No sientan culpa por preferir este tipo de programas. No teman por lo que se afirma sobre que
pueden incitar a la violencia, ni aquello de que
inyectan ideas o crean motivos para acciones
negativas. Son como todo material gráfico, televisivo o cinematográfico: inocuo. Lo que les da
“bondad” o “maldad” -y lo hemos referido en
otras ocasiones- es nuestro criterio al tomarlos,
asimilarlos y aplicarlos en la cotidianidad.
edui_tijerina@yahoo.com.mx
Twitter: @EduiTijerina
Instagram: @eduitijerinachapa
Escritor, dramaturgo, guionista,
asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas
teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”,
“Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”