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Sin audiencia
no hay medios
La realidad
de la
‘telerrealidad’
Donde no todo
es lo que parece
En cine encontramos producciones documentales (que retratan y comparten la realidad) y de
ficción (que recrean la realidad o, bien, generan
nuevas visiones del entorno) En el caso de la TV
es lo mismo, pero, además, tenemos una combinación que se conoce como “Telerrealidad”, la
cual incluye programas en los que se mezclan
ambas líneas narrativas y -aquí está la polémica- se supone que no se usa guion… pero sí.
La telerrealidad o Reality Show es un formato que,
considerando la participación de celebridades o,
en contraste, completos desconocidos, se nutre
de situaciones dramáticas, conflictivas o de concurso/competencia. Aunque no falta quién los
compare con los documentales, supuestamente
porque “captan” tal cual la realidad, lo cierto es
que, aunque gran parte se deja a las reacciones
libres y abiertas de los involucrados, siempre
hay una línea guionizada.
Para sustentar lo referido, es necesario señalar
una de las clasificaciones básicas del guion, la
cual considera al guion listado o base de escaleta, la hoja de continuidad o pauta, el guion
semicompleto y el completo.
Mientras el guion listado es, justamente, una lista
con el orden de situaciones que se presentarán
en el programa, la hoja de continuidad también
es eso, pero con los tiempos (duración) de cada
bloque. El guion semicompleto es una parte
dependiente del guionista y, otra, dejada a la
espontaneidad del momento y el guion completo es el que depende al cien por ciento del
trabajo del guionista, tanto situaciones como
lo que se dice y, a veces, hasta cómo se verán
las cosas en pantalla.
La Telerrealidad usa el guion listado y/o el semicompleto. Aunque los críticos señalan que lo
que ahí se muestra “no es realidad” porque se
usa guion, hay que hacer hincapié en que el
guion en cuestión da sólo ideas y señala las
situaciones a las que la producción hará que se
enfrenten los participantes, pero dejando libertad de reacción, acción y expresión a cada uno
de ellos. Esto último es la parte de realidad de
estas emisiones.
Los recursos más usados por este tipo de programas son los “confesionarios”, donde todos
comparten sus ideas sobre los demás y su
sentir respecto a lo que pasan a lo largo de la
realización. También están las calificaciones,
juicios de valor y eliminaciones por episodio,
para ir reduciendo el número de involucrados
y aumentando el interés de los espectadores
por saber quién llegará hasta el final.
Este formato es relativamente reciente. Apenas
tiene 31 años. Surgió en 1991 cuando, en los Países
Bajos, se lanzó “Nummer 28”, el primer proyecto
televisivo enfocado en reunir a un grupo de desconocidos para documentar sus reacciones ante
situaciones “cotidianas” predeterminadas. Para
el cambio de década, a principios de los 2000,
habían surgido variantes tan exitosas como “Big
Brother” (“El Gran Hermano”) y “Survivor”, con sus
respectivas versiones en numerosos países.
De cierta forma, emisiones como los noticieros,
programas de opinión, los “Talk-Shows”, los de
cámara oculta y los de juegos y concursos, son
ejemplos de “Telerrealidad”.
Lo que más se ha cuestionado en este formato
o género es, precisamente, el uso del término
“realidad”, cuando, justamente, lo real de las
situaciones es lo que queda en tela de juicio,
porque los participantes se ven inmersos en
situaciones ideadas, armadas y ejecutadas por
un equipo realizador. Otros aluden a que algunos
de los participantes son parte de la producción
y entran como incitadores o provocadores para
condicionar las reacciones de los demás y guiar
el curso de las cosas.
También se cuestiona que se apela a la humillación de los competidores, que se les da fama y
popularidad efímera, subiendo al nivel de estrella
a individuos sin mayor cultura y/o talento y que,
en muchos casos, promueven el materialismo
y hacen apología de conductas vulgares, prosaicas y socialmente indeseables.
Por otro lado, también se les atribuyen funciones
sociales importantes como las de entretener,
formar e informar.
Algo que debemos referir es el llamado “Síndrome
de Truman” (llamado así por la película “The Truman Show”) que engloba los miedos, traumas y
demás choques psicológicos-emocionales que
enfrentan los egresados de estos programas
ya sea cuando son eliminados a la mitad de la
competencia o cuando la temporada termina y
su fama, que llegó a estar por todo lo alto, desaparece con relativa rapidez. En otras palabras,
se sienten “Lab Rats” (Ratas de laboratorio) o “Disposable People” (Personas desechables)
Son numerosos los casos de ex participantes de
producciones de Telerrealidad que han caído en
la necesidad de terapias interminables y, peor
aún, llegado al suicidio.
Retomando el punto inicial: Los “Reality Shows” sí
tienen una buena dosis de realidad y eso es lo
que les da peso y valor… aunque, para generarla,
se requiera de la creatividad de un equipo de
trabajo que busca, de forma novedosa, armar
el marco atractivo e ideal para que las reacciones provocadas sean lo suficientemente interesantes como para atraer la mayor cantidad
de espectadores posible.
edui_tijerina@yahoo.com.mx
Twitter: @EduiTijerina
Instagram: @eduitijerinachapa
Escritor, dramaturgo, guionista,
asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas
teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”,
“Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”
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