Por: Gabriela Arenas
Fotografía: Internet
El poeta de la imagen
La exposición “Manuel Álvarez Bravo. Vanguardia
Fotográfica”, se conforma de 29 obras que muestran
elementos característicos de su trabajo fotográfico.
En el marco de la conmemoración de los
120 años del natalicio de Manuel Álvarez
Bravo, el Museo de Arte Moderno en la
Ciudad de México, inauguró a manera de
reconocimiento una sala con el nombre
del fotógrafo.
De igual forma, la apertura de este espacio honra su
memoria y el compromiso por fomentar la fotografía,
así como situarla en el panorama del arte moderno
y contemporáneo actual.
Álvarez Bravo nace en la Ciudad de México en
1902, en el centro de todas las transformaciones
sociales que se vivían en nuestro país en dicha época.
Tuvo oportunidad de aprender de los grandes maestros de la fotografía, como lo fueron Guillermo Kahlo
y Hugo Brehme. De ellos aprendió las líneas de
horizontales y formas clásicas, es decir, el sentido
del pictorialismo.
Su temática trascendió la época en la que vivía, siendo su gusto por relatar lo social, lo que lo enmarcaría
por la cotidianidad de su mirada. Deambulaba por
las calles, donde en sus palabras todo era retratable,
nada escapaba a la sensibilidad del artista.
En 1924 adquirió su primera cámara fotográfica
y en 1925 ganó su primer premio en la ciudad de Oaxaca. Sus trabajos iniciales se caracterizaron por
mostrar detalles de objetos cotidianos y abstracciones con una visión insólita. Ningún fotógrafo hasta
ese momento, se había atrevido a romper las reglas
estéticas establecidas.
Con la llegada de las nuevas tendencias de los fotógrafos extranjeros Edward Weston y Tina Modotti,
inicia su lucha contra lo establecido. Entre Tina y
Manuel surgiría una gran amistad, que a su vez le
permitiría conocer a importantes artistas de la época,
como lo fuera Diego Rivera. Siendo ellos, de cierta
forma, los iniciadores de la innovación de la fotografía
en México.
El despegue de su carrera, se daría a raíz del concurso realizado por Cementos La Tolteca, donde
obtendría el primer lugar con su fotografía del mismo
nombre. Más tarde se consagraría como fotógrafo
surrealista, al lograr darle a sus imágenes un sentido
onírico, aunque nunca fuera su intención el deformar
la realidad.
La obra de Manuel Álvarez Bravo se puede entender de muchas maneras, observándose e interpretándose a través de los objetos reconocibles y las
ausencias notables, que hacen que su obra sea tan
importante.
En sus fotografías encontramos lo intangible y lo
insólito. El artista reinterpreta la realidad sin deformarla, siendo su trabajo, una manera sensible que
deja testimonio de su empatía por su ciudad.
Sin duda, Manuel Álvarez Bravo se ha convertido en una figura imprescindible en la historia de
la fotografía del siglo XX, siendo su inteligencia y
sensibilidad, las principales características que nos
invitan a mirar a nuestro alrededor, para darnos
cuenta que su poesía sigue flotando.
gabyarenas1@gmail.com