¿Ciudadanización
de la cultura?
Quizás ya sea hora de incorporar modelos que representen verdaderamente los
intereses ciudadanos en el tema cultural y no sólo los de unos cuantos.
La ciudadanización de la cultura
es un concepto poco entendido
que se replantea en cada administración pública. Desde hace
décadas, la comunidad cultural
se ha dado a la tarea de planear, proyectar y proponer a la
autoridad líneas de acción, con
la capacidad de convertirse en
políticas públicas culturales que
engloben los intereses de la comunidad.
De alguna forma la ciudadanización de la cultura implica que los
diferentes grupos, se conviertan
en partícipes y responsables de
los espacios y recursos culturales,
con el fin de que puedan adoptarlos y hacerlos parte de su vida
diaria. Una ciudadanización que
obliga a la comunidad a participar en la construcción de una
política cultural seria y representativa. sin embargo… actualmente la comunidad colabora poco.
En los últimos años, la comunidad
poco ha participado y sólo se ha
logrado ciudadanizar de manera
política algunas iniciativas y propuestas de valor. Pareciera ser
que la visión de la autoridad, la del
gremio cultural y la de la comunidad fueran distintas, obedeciendo a diferentes intereses y
agendas.
Y es que, en muchas ocasiones, sólo un
pequeño extracto del gremio cultural participa
en el inten-to de “creación de políticas públicas
culturales”; un pequeño grupo que ciertamente
no representa los intereses de todo el gremio,
ni mucho menos los de toda la comunidad.
Y es que estará de acuerdo conmigo, en que la
cultura no es sólo para un grupo de personas,
sino para todos, por lo que esta debe obedecer los intereses de todos los grupos, como lo
son las niñas, niños, adolescentes,
adultos mayores, amas de casa,
profesionistas, personas con discapacidad, etc.
De tal manera, que si a lo anterior
agregamos el desconocimiento de nuestros legisladores en
materia cultural, que conlleva a
una baja o nula generación de
políticas culturales reales, el resultado es catastrófico: Baja representación y nula generación. ¿Así
o más claro?
En ese contexto, quizás ya sea
hora de incorporar modelos culturales que representen verdaderamente los intereses ciudadanos,
sin esto significar la creación de
más “Consejos Ciudadanos”
como los cientos que tenemos,
que sólo avalan las decisiones de
nuestras autoridades; sino crear
una especie de patrón, que permita generar propuestas capaces de convertirse en políticas
públicas.
Indiscutiblemente, tendría que ser
un modelo que no sólo genere
alternativas incompletas que terminen olvidadas o mal interpretadas, sino uno con la capacidad
de generar propuestas culturales
que sean avaladas por nuestros
legisladores y autoridades, y que
finalmente trasciendan administraciones e intereses políticos.
Se vale soñar ¿o no?
robgarza@att.net.mx