Memorias aleatorias
de cuando nos besamos
en Brooklyn Estábamos Pete y yo caminan-do en una
banqueta de Brooklyn. No teníamos ningún plan. Solo teníamos dinero y eso nos
molestaba. Se lo regalamos a un vato que
estaba tirado en una esquina. Fue bien
pinche raro porque pensó que lo íbamos a madrear,
y yo me sentí sacado de onda porque nunca había
hecho eso. Pensé dos segundos en eso, luego no supe
qué mierdas decir. Ni al vato, ni a Pete, de hecho mi
mente se quedo en blanco, un blackout momentáneo.
Un aire frío con odio zumbó en mis uñas, y me
acordé de los cobertores que usaba mi abuela, de
cómo mi abuelo prendía leña todos los sábados sin
saber quien iba a llegar. El fuego atrae a las personas,
me dijo. Yo siento fuego en la lengua. Ni el aire me
la enfría. Necesito meterla en la boca de una mujer
hermosa, de una güera.
Sonó una sirena de una patrulla que pasó a mil
millas por hora, Pete me dijo que iban por mí, por
andar sin papeles, al chile me vale madre. Ya no sé
donde quiero estar. Le contesté que iban por un dealer,
él me dijo que de seguro el dealer era mexicano, yo
con tono sarcástico le dije que era ruso y se quedó
callado.
Con el mejor inglés que pude le decía a Pete que
es una mamada que ahora cualquier cosa que publiques a alguien le va a cagar el palo. No encontré una
traducción para la última frase, pero el cabrón me
entendió, es de Montana, crecer entre el frío y la soledad de ahí lo hicieron fuerte, o pendejo…O a lo mejor
de todo se ríe. Dice que nunca ha salido de Estados
Unidos y eso me da un chingo de risa.
Dice que no sé sabe los países de Europa y eso me
recuerda a mi maestra Alma, de cuarto de primaria
A (San Juan Bautista de la Salle, ruega por nosotros),
que sobre la chingada, bueno, a base de manotazos,
nos hizo aprendernos todos los países del mundo con
sus capitales, ahora ese conocimiento sólo me sirve
para saber que un chingo de esos países están en
guerra. No mames, me interrumpe Pete, es la única
frase que se sabe en español, pero la dice bien.
Y a mí siempre me gusta contestarle ¿No mames,
qué, pendejo? Y él ya está cagado de la risa para cuando
termino la pregunta…A veces, si ando pedo, le digo
mámame esta, aunque se tardó meses en entender
esa respuesta.
Entramos a un bar pequeño con música en vivo,
aluciné que esa banda sería famosa en unos años,
traté de escuchar las rolas, fingir que me estaban
llegando, pero no, y pensé que de eso se tratan las
carreras de los músicos, ¿no?
De ser una mierda en la que nadie cree, a de pronto,
una rola después, ser los mas chingones del puto
planeta entero, sólo por un acorde diferente, una
pisada que dio por error el guitarrista, un tono no
esperado del bajista, la línea nueva que escribió el
vocalista porque su vieja lo acababa de cortar, o en la
audiencia y por error, un ejecutivo con puesto clave
en la industria de la música… Y así. Pero hoy estos
vatos son una mierda, por más que quiera tratar de
captar si es el nacimiento de los nuevos Counting
Crows o o alguien como los de The Revivalists, no
siento nada, no pasa nada, solo hay ruido.
Al terminar una rola, Pete me preguntó que si
sabía jugar béisbol, obvio le dije que sí y que me la
pelaba. Obvio que nuca he jugado. Me contó que hay
una cuenta en Instagram donde están los videos de
las primeras pichadas de celebridades, así lo traduje
yo, nadie le atina al catcher.
Yo le dije que había otra cuenta con fotos de personas bien pinches raras que iban a Walmart en la
madrugada, no mames puro pinche freak. Obvio la
abrimos en ese momento y nos cagamos de la risa.
Al chile, nos estábamos riendo como pendejos.
No me acuerdo cómo conocí a Pete. No tengo dinero
para pagar el whisky caro que me estoy tomando, yo quería una cerveza. Tengo un chingo de frío. No
sé cómo regresarme a mi depa. Me da un huevo de
curiosidad saber porque llegué a esta ciudad. Hace
unas semanas vi un reel que decía que todo pasa por
algo, y me cagué de la risa, espero que nadie crea
en eso. Estar en Brooklyn hace feliz a Pete, dice que
es la ciudad más grande en la que ha estado en su
vida. Yo quería estar en una playa. Yo quería meter
mi lengua en la traquea de una mujer hermosa. Yo
sólo quería ver el sol.
Unos segundos después, o meses, estoy en un
sótano de un templo de los Hare Krishna haciendo
fila para que me regalen un plato de comida, me sir
-
vieron unas cucharadas de un alimento aguado y
por poco me vómito, olía a tela podrida; pensé que
en un McDonalds por dos dólares puedo recibir más.
Yo que en algún lugar del mundo tengo estacionado
un Porsche. Alcanzaba a escuchar cánticos a su dios.
Al monje, o no sé si era monje, tampoco si era mujer
u hombre, no le entendí el nombre de su dios…me
quedé pensando cuántos dioses habrá, cuántos dioses
nos inventamos y ahí, ajá, justo en ese preciso pinche
y ojete momento apareciste en mi mente.
No podía ubicar hace cuántos meses nos besamos
en Brooklyn, pero sí estoy seguro que me gustaría
verte y hacerte tantas cosas. Quizá provocar un silen
-
cio mientras sentimos el frío. Ver lo delgada que estás
y esa cadera ancha.
Y en ese silencio quedarme alucinado por cómo
se filtran rayos de luz en rincones inesperados de tu
cuerpo. Yo me encargo de la verdad, tú de mirarme.
Revolvamos los años. Ojalá te viera, me gustaría
decirte tantas palabras con mis manos.
No hay motivos para creer en algo. La esperanza
se va extinguiendo con los recibos de la renta. El día
dura cuatro-cientos cuarenta y cuatro años. Mis ojos
en blanco, tú belleza ciega. Mi memoria es mi futuro.
Hay una canción de estrellas que no sale de mi cráneo.
Recuerdo una playa y tu lengua chupándome la oreja.
kato@ruidoso.mx
Instagram: @Katogtz
Facebook: @Kato Guitérrez
Escritor originario de
Monterrey, N.L. dentro de los más vendidos
de Gandhi, Amazon Best Seller #6 y
Novela Favorita del 2016 Círculo Sanborns.
Entre sus novelas se encuentran “Cuatro
Segundos”, “El Instante que nos queda”, “No
puedo ver las estrellas” y “Rockstar”. TEDx
Speaker, Ironman 70.3