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¿Traductor, editor o escritor? | JAVIER VILLANUEVA | Octubre 2024

¿Traductor, editor o escritor?

Hay cosas que uno presencia en la vida, como traductor y editor, que son perlas que más tarde te servirán en tus aventuras como escritor. Aunque, de veras, a veces ves cosas que te dan un frío en la barriga parecido al que uno siente cuando está volando y pasas por una turbulencia, o empiezas a ver caras serias entre los tripulantes del avión, y te maldices por no estar en tu casa con tus perritos.

Viendo una película en inglés, por ejemplo, los actores levantan sus copas y se saludan: “¡A toast!”, y al pie de la película aparece un subtítulo enigmático: “¡Una tostada!”

En otra ocasión, vi un currículum supuestamente escrito en inglés donde aparecía una frase críptica en la sección de idiomas del candidato: “Groins Average Level”.

La verdad es que tuve que confirmar el significado de la palabra “groins” (que solo pude encontrar en singular, como “ingle”), ya que no encajaba en absoluto en el contexto. ¡Entonces entendí el problema!

El sujeto, que no hablaba inglés, pero al parecer tampoco sabía español, -ni siquiera lo sospechaba, como diría Borges- ignoraba que en nuestro idioma existen dos palabras muy diferentes, aunque semejantes en apariencia: por un lado “inglés” con acento en la “e”, refiriéndose a la lengua de Shakespeare; y por otro “ingles” sin acento, que se refiere a la parte del cuerpo en donde las piernas se unen al tronco, cerca de los genitales.

Al parecer, antes de pasar su currículum en español al programa de traducción automática, nuestro traductor improvisado se olvidó de corregir esto, “ingles” por “inglés”.

Solo para decirles una cosita más, la penúltima: un día, corrigiendo la traducción de un manual de válvulas de presión que nos pidió un cliente, salió otra tontería; en el original decía “The disc guide is used by the disc while stroking”. La traducción correcta sería: “El disco utiliza la guía (del disco) en su movimiento. Lo que escribió el “traductor”, que seguramente confía demasiado en Google Translate, fue “El disco utiliza la guía del disco mientras se masturba”. ¡Una señal de que ni siquiera estaba prestando atención a lo que escribía! Quién sabe estuviera dedicado a otros quehaceres.

Y ahora sí, el último, y todavía quedan muchos otros ejemplos en mi memoria; viendo la película argentina “Cuatro Reinas”, en un punto alto de la trama, el personaje de Darín intenta convencer a un viejo falsificador para que entre en una aventura delictiva y, para acorralarlo, le dice: “así solo vas a conseguir un enema en el Fernández”; fácil de entender en su contexto para quienes saben que el Fernández es un conocido hospital porteño (donde nació este servidor, by the way). El traductor encargado de los subtítulos en portugués no tuvo dudas y tradujo un doloroso: “así te van a poner una inyección en el Pito”...ay!!! 


La perla de la ilustración que coloco más abajo la saqué de la página de Traductores, intérpretes y curiosos de FaceBook: en el original en francés se hablaba de una gata que había sido rescatada por la policía. La traducción al portugués, sin embargo, terminó en un enigmático “la tesorita fue recogida…”. Como podemos ver en los últimos dos párrafos, algunos “traductores” tienen obsesión con los nombres populares de los órganos sexuales. 

Tal vez por ese juego permanente entre las palabras en español, portugués e inglés, la mente alocada del escritor se explaya, se edita, se recorta en textos, que al final son una mezcla de imágenes oníricas mal resueltas, sueños recurrentes que se viven despierto y fantasías remanentes de acciones inconclusas… ¡locuras, en fin!

Y por eso, quizás, le salen al escritor cuentos como el que sigue a continuación: El avioncito y la tijera de oruga. 

Me desperté de golpe cuando se paró el primer motor. Asustado, miré la cara del piloto que seguía impávido, pero que se levantó de su asiento apenas dejó de funcionar el segundo motor, un par de minutos después. Vi que me entregaba dos paquetes y me decía ¡Póngaselos, ahora!

No lograba entender qué quería que me pusiera: yo estaba en el cine, en una secuencia de imágenes que iban desde mi mamá y mi papá llevándome de la mano a la plaza, enseñándome a caminar, hasta mi tío Rodolfo, joven y de bigotes rubios, levantándome a lo alto, y yo me quedaba mirando las ramas y las hojas de la tipa del abuelo, a centenas de metros de altura.

—¡Póngase ahora mismo el chaleco y el paracaídas, vamos a saltar, ya! ¡Apúrese!

Y de repente, la puerta del avioncito se abría y yo miraba hacia abajo y veía cada vez más grandes los cuadrados de los campos de soja, maíz y olivos.

—¡Póngaselos ya mismo, usted va a saltar primero y yo voy atrás! y mi abuelo me llevaba a la quinta a ver las mandarinas y las uvas, pero no me dejaba cortar los tronquitos de la parra con la tijera con oruga, -esa que guardaba en un agujerito de la pared de adobe de la cocina- que es lo que yo más quería. 

— ¡Póngase solo el paracaídas entonces! ¡No hay más tiempo! gritaba el piloto, y yo ya veía los caminos de tierra de las faldas de la cordillera, cada vez más grandes, y los hombrecitos a caballo, creciendo y mirando hacia arriba, y enseguida corriendo, asustados.

El piloto saltó antes y yo me agarré fuerte de las manos de papá y de mamá, y salté con los ojos cerrados, imaginándome que me hacían girar y jugábamos al gallito ciego. Nos matábamos de risa, y el abuelo nos miraba, serio como siempre. La explosión del avión coincidió, creo, con el momento en que la abuela Eufemia y la tía Gringa llegaron a la cama y me levantaron, y yo no podía verlas, pero las oía:

— ¿Qué pasó m’hijito? qué le pasa? ¿Por qué grita? Levante, vamos a tomar el mate cocido, es tarde.

—Levantáte, Víctor, no te hagás el gracioso, levantáte.

Los arrieros llegan casi al mismo tiempo que la abuela y la tía, y arrancan pedazos enteros del avión con las manos, y otros dos peones atan los caballos a cada uno de los motores, calientes, humeantes, todavía con restos de fuego, y lo arrastran para lejos de los pastos. 

Y yo subo con papá y mamá la última loma, y nos alejamos despacio de lo que parecía haber sido un gran desastre aéreo. Pobres, ¡cuántos habrán muerto!

Diccionario histórico de la lengua española R.A.E. Pito: s. m. coloq. Órgano copulador y miccionador del hombre y de algunos animales de sexo masculino.

Sinónimos: ariete; birimbao; cañón; chimba; cohete; corneta; cuete; flauta; garrote; machete; mangual; mazacuata; sable; trabuco.  

El tesorito: s. f. coloq. Órgano copulador y miccionador de la mujer y de algunos animales de sexo femenino. 

Sinónimos: papaya, concha, coño.

Diccionario DeepL Linguee A buceta: en portugués de Brasil. s. f. coloq. Órgano copulador y miccionador de la mujer y de algunos animales de sexo femenino.


Javier Villanueva
blog.javier.villanueva@gmail.com 
www.albertointendente2011.worldpress.com

Argentino, establecido en Brasil, profesor de idiomas, editor, traductor, escritor y librero. Investigador y conferencista de temas hispanoamericanos y de la historia y las culturas de los pueblos nativos. Autor de más de una centena de libros didácticos publicados en Brasil, y de dos colecciones de cuentos en Argentina.