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La importancia del hábitat | JAIME RAMOS | Marzo 2025

La importancia del hábitat

La arquitectura siempre ha sido la tarjeta de presentación que usamos ante propios y extraños como manifestación de dominio.

En ningún lugar es más palpable el perene conflicto entre deseos y necesidades que en la vivienda. Conflicto que se zanja en el momento en que compramos o rentamos. Son nuestras posibilidades económicas y circunstancias familiares y no nuestras fantasías y querencias las que determinan lo que podemos hacer.

LA ARQUITECTURA ES EL SÍMBOLO DEL PODER 

La arquitectura siempre ha sido un símbolo de poder. Es la tarjeta de presentación que usamos ante propios y extraños como manifestación de dominio. La casa con el jardín frontal más grande o la de mayor tamaño o mejor fachada, va a destacar como símbolo de poder sobre todas las demás. Y lo hará sin importar el estrato socioeconómico. Ya sea que usted viva en un estrato alto, medio o bajo, siempre habrá una residencia que destaque sobre las demás. 

La arquitectura es el símbolo de poder que usamos de cara al aparador, lo cual, en estricto sentido, dice poco de nosotros, ya que es el interior (hábitat) y no el exterior el que nos imagina y semeja.

VIVIENDA VERTICAL 

Antaño a la vivienda vertical le llamábamos “Multifamiliar”, la cual era propia de personas con escasas posibilidades de hacerse de una vivienda horizontal. Lo que cambio es la arquitectura y con ella, el nombre. Ahora le llamamos “vivienda vertical”. Y es vista como un símbolo de poder. Lo que la ha posicionado como opción de vida en determinados estratos sociales.

Es un fenómeno que no solo obedece a la moda o a la rentabilidad de los inversores, sino a la geografía de muchas ciudades. En especial en aquellas donde la sobre concentración es la norma. Sin embargo, en esta ocasión nos vamos a centrar en la moda y en la funcionalidad. La primera por la efervescencia que manifiestan algunas personas por vivir en aquello que antaño se conocía como “multifamiliar”, y, la segunda, por su practicidad.

ADULTOS MAYORES Y PERSONAS SOLAS 

Para las familias monoparentales, adultos jóvenes o personas mayores que viven solas, este tipo de vivienda es una solución plausible. No solo dejan de lidiar con el constante mantenimiento que demanda una casa, sino que además ese tipo de edificios les proporcionan casi todo lo que necesitan en un entorno seguro y funcional.

La vivienda vertical, más allá de sus ventajas y funcionalidades, es propia de un segmento de mercado que posee un flujo de ingresos o una capacidad económica que le permite ese nivel de vida (símbolo de poder), ya que no solo es menester comprar o rentar el departamento, sino que además hay que pagar la cuota de mantenimiento que equivale a una renta mensual que en ocasiones compite o excede los precios del mercado de renta inmobiliaria. Se paga ese sobre precio por la seguridad, amenidades, comodidad (no escaleras) y para no batallar con el personal de servicio y con los problemas de mantenimiento que demanda la vivienda horizontal.

LA COMUNIDAD SE DEBILITA FRENTE A LA SOCIEDAD 

La vivienda horizontal es la idónea cuando se tienen hijos pequeños o adolescentes, debido a que las necesidades académicas y sociales de estos nos hacen formar una comunidad mayor que la que tendríamos si viviéramos solos. Situación que muta en cuanto los hijos empiezan a construir espacios sociales más allá de la casa de sus padres y que se radicaliza cuando estos se independizan y se mudan a sus propios espacios habitacionales. La comunidad que el entorno familiar demandaba se reduce sensiblemente y con ella, las necesidades de espacio. Otro tema por considerar son las preferencias personales en cuanto a privacidad y comunidad. En los edificios de vivienda vertical de usos múltiples se gana en comunidad lo que se pierde en privacidad. La vida, hasta cierto punto, se hace pública. Por lo menos en esa comunidad, ya que, si bien es cierto que puedes girar instrucciones para restringir el acceso a tu departamento, también lo es el que no quedas ajeno al ojo de los vecinos y a los que mantienen, guardan y custodian el edificio.

Lo que se ha de decidir en función de las preferencias personales es: si se opta por una vivienda horizontal lidiando con el mantenimiento que esta demanda en aras de conservar un mayor grado de privacidad, o si se sacrifica esta por la comodidad y el acceso una comunidad que conforme se avanza en edad se necesita más (la especie necesita ver especie).

También está el hecho de que las motivaciones cambian con la edad y que entre más se avanza en esta, más comodidad se busca. He visto grandes capitanes de la industria y de las finanzas abandonar sus fastuosas residencias para irse a vivir a lujosos edificios de usos múltiples, en donde salen de un piso para llegar a otro en el que están sus oficinas y salas de juntas, o a esos otros niveles en los que se encuentran los bares, cafés, restaurantes y demás servicios que el lugar ofrece. Huelga decir que una buena parte de ellos conservan en nómina a choferes y custodios, sin embargo, tratan de que la gran mayoría de sus citas con colaboradores, clientes, socios y amigos sea en el lugar donde habitan.

Para estas personas la decisión no estriba en las amenidades recreativas, sino en las funcionales (oficinas, bancos, restaurantes y demás etcéteras que el desarrollo vertical ofrezca). No pasa así con las familias monoparentales o con los adultos jóvenes. Estos, amén de valorar lo funcional, valoran lo recreativo. Sobre todo, si el edificio alberga una comunidad acorde a su cultura y segmento etario, ya que eso facilita la convivencia de la comunidad.

EL HÁBITAT TE HABITA 

El hábitat incide en nuestra forma de ver y vivir la vida. Cierto que el hábitat lo construimos conforme a lo que somos, ya que no solo es menester que nos acoja, sino que podamos mantener un dialogo con él, en donde cada objeto es una proyección de lo que somos y de lo queremos llegar a ser.

Allende el interior, es menester comprender que el otro hábitat que nos forma y conforma es la comunidad. Y si bien es cierto que podemos dosificar nuestro grado de participación, también lo es que nadie está ajeno a ella. Lo que hace que sea esencial elegir con quien hacemos comunidad (todo se da por contagio), amén de que cuando el viaje del tiempo nos aleje del rostro de esos que nos acompañaron en diferentes etapas de la vida, será la comunidad inmediata la que testifique nuestro ultimo existir. Y ningún lugar mejor para ello que la comunidad de una vivienda vertical afín o próxima a nuestro oficio y cultura.

La parte gris de vivir en un desarrollo vertical es el hecho de que al paso del tiempo habrá desarrollado un cierto grado de uniformidad mental, propia al ecosistema que se ha creado en ella. De ahí la trascendencia de la afinidad y proximidad cultural.

No es tan complicado como parece el tema de la proximidad. Este se da por un proceso de selección natural. Tan es así que lo normal es encontrar que las familias monoparentales, adultos jóvenes o las parejas sin hijos, ocupen edificios con un entorno social y recreativo próximo a sus necesidades familiares y recreativas, al tiempo que los adultos mayores en retiro ocupen otros y los capitanes de la industria en cualquiera de sus giros, otros.

La vivienda vertical es un fenómeno que apenas empieza y que lenta y progresivamente ira cambiando el paisaje urbano. Pronto empezara a ver escuelas, farmacias, servicios médicos, supermercados y demás proveedores de servicios en la inmediatez o proximidad de los desarrollos verticales de adultos jóvenes, adultos en retiro y capitanes de la industria y de las finanzas.

A usted le corresponde decidir lo que sigue para usted…


Jaime Ramos

Licenciado en Administración de Empresas con especialidad en Alta Dirección AD-2 IPADE. Bibliófilo de natura, financiero de oficio, antropólogo por vocación. Ha sido consultor de empresas, bancos y gobiernos. Actualmente se desempeña como Asesor de Inversionistas de alto espectro en el Mercado Secundario.